Gustamos y nos premiaron. Además de actuar que es de lo que se trata. Éste, acabó siendo otro fin de semana de esos que no se pueden exprimir más. Salimos viernes después de nuestros trabajos, hacia la media noche. Toda la noche en el bus sin aburrirnos (como puede observarse en algunas de las fotos)
Lo cierto, es que hubo, quien como el conductor, no durmió en toda la noche.
Churros con chocolate al amanecer y visita turística por todos aquellos pueblos en los que nos íbamos deteniendo.
Montamos escenario y luces antes de comer. Después, cerveza y más cerveza. Comimos, descansamos, un último ensayo técnico y volvimos a ser felices en el escenario arropados por un público que disfrutó y se entregó al espectáculo. Una vez más, por suerte, hubo química entre el escenario y las butacas.
Lo que sucedió despues de la actuación, durante la cena y las copas, queda un poco difuminado al menos en mi memoria. Lo que sí recuerdo, es al encargado del hotel, subir a la habitación a llamarnos la atención al menos por triplicado. Algunos dormian y si no que se lo pregunten a las chicas que fueron a dar un beso de buenas noches a Antonio y lo que encontraron fue una bestia parda hibernando.
Para los demás fue otro derroche de risas y anécdotas que se alargaron más allá de los bares y los pafetos hasta mi habitación de hotel doble donde acabamos todos con el alcohól y el humo que nos quedaba por quemar.
El domingo una insignificante resaca con malas caras en el desayuno por parte de la gerencia del hotel. Al menos durante las primeras horas de la mañana nos supimos comportar. Después comimos de camino a casa y paramos a visitar Toledo por la tarde.
Se me quedan muchas cosas por contar. Desde luego, de todas, todas, lo mejor, siempre es haber estado allí con todos ellos.
También cuelgo algunas fotos para el recuerdo ajenas a Cáceres.
